Introducción
La sociedad celtibérica, a lo largo de los siglos, fue adoptando una estructura más jerarquizada. Inicialmente, se caracterizó por comunidades relacionadas por estrechos lazos de parentesco, con un uso colectivo de la tierra. Pero, a partir del siglo V a.C. se observa una marcada tendencia a una mayor complejidad social. Este proceso de jerarquización conllevará el abandono de las estructuras de parentesco anteriores, estableciéndose nuevas relaciones de dependencia personal, basadas en la propiedad privada de la tierra, sobre todo a partir del siglo IV y III a.C., terminando en el desarrollo de la ciudad.
A partir del siglo III a. C. el proceso de celtiberización parece intensificarse a través de la expansión de las fíbulas de caballito que testimonian la expansión de una clase ecuestre basada en la estructura clientelar para controlar territorios cada vez más amplios, coincidiendo con otros elementos como los sufijos en –briga de las ciudades, así como otros antropónimos celtibéricos y los gentilicios en genitivo plural y las teseras de hospitalidad e incluso algunas divinidades célticas. Esta expansión se produjo por las zonas de medio ambiente pastoril con un substrato socioeconóco y etnocultural similar, zonas de la Meseta y del norte peninsular.
Con anterioridad a la llegada de los romanos, la organización parental celtibérica, con la extensión de la agricultura, había comenzado a resquebrajarse y modificar sus bases, mostrando diferencias sociales y perdiendo su condición igualitaria, extendiéndose la propiedad privada e iniciándose el desarrollo urbano, estableciendo nuevas relaciones de dependencia. La complejidad social hizo necesario el incremento de trabajo especializado, desarrollado por artistas y artesanos de diversas materias: orfebres, broncistas, herreros, ceramistas, que cubrían las necesidades y fabricaban con gran maestría y singularidad los objetos que resaltaban y arropaban el prestigio de estas elites.
“Gentes”y “gentilitates”
Inicialmente, la organización social se apoyaba en las “gentes” y las “gentilitates”, es decir, en tribus y clanes. La unidad básica eran las “gentilitates”, que se basaban en la propiedad colectiva de la tierra o territorio en que se asentaban, y el conjunto de sus miembros, que estaban unidos por lazos de parentesco o de sangre establecidos a través de un antepasado común, se regían por un conjunto de deberes, derechos y prácticas religiosas que obligaban a todos. Esta forma de organización quedaba reflejada así mismo en las “gentes” o tribus, organizaciones superiores, que a su vez podían agruparse o confederarse constituyendo lo que se conoce históricamente por pueblos.
“Hospitium”,“clientela”, “devotio” y género
En la cúspide de esta sociedad se encontraba una elite guerrera que centralizaba el poder político, proporcionando al resto de la población protección frente a posibles ataques exteriores. El estatus privilegiado de los miembros de este grupo, adscrito que no adquirido en vida, les permitió ejercer relaciones de igualdad a través de instituciones como el “hospitium”, marco de relación a nivel de igualdad, pero que fue evolucionando hacia la “clientela”, que establecía relaciones recíprocas pero asimétricas entre el patrón y sus clientes o la “devotio”, una versión extrema y con contenido religioso de la clientela en la que el guerrero podía incluso llegar a dar la vida para proteger a su jefe.Las tumbas de este grupo aristocrático atesoran ricos ajuares compuestos por armas y elementos de adorno, referentes de su estatus. Junto a los hombres aparecen también las mujeres y en menor medida los niños.
No obstante, aunque la riqueza era la ganadería, el sustento dependía del trabajo de la tierra. Es posible, como indica Estrabón para los Cántabros, que fueran las mujeres las que se ocupaban de la tierra y la casa, mientras los hombres de dedicaban a la guerra, siendo éstas las que heredaban la casa y la tierra y el marido el que recibía la dote. Las jóvenes escogían marido entre aquellos guerreros más valientes. Las mujeres están dispuestas a participar en los conflictos bélicos peleando como los hombres.
-La conquista romana y la información textual
Será con la conquista romana cuando los textos clásicos aportan referencias e información para aproximarse a la organización social del mundo celtibérico, pero esta documentación, corresponde al momento de máximo desarrollo, cuando la Cultura Celtibérica se organizaba en ciudades. De tal manera, que la referencia política y jurídica para un celtíbero era su marco urbano de procedencia, entendido con el territorio que controla y le da sentido, donde se distribuye la población rural, diseminada en entidades menores o aldeas. A esta realidad se refiere Apiano, cuando dice que “Escipión dio Numancia y su territorio a aquellos indígenas que le habían ayudado a tomar la ciudad”(Iber., 98).
Dos instituciones urbanas principales
Esta documentación permite identificar dos instituciones principales que tenían un peso específico en el gobierno de la ciudad, como eran la Asamblea de Ancianos (seniores) y la Asamblea de los Jóvenes (iuniores). Estos órganos institucionales aparecen bien reflejados en un episodio del cerco de Escipión, cuando el numantino Retogenes se dirige a la ciudad de Lutia pidiendo ayuda para Numancia, ante su inminente caída. Los jóvenes de este enclave, según Apiano, “se declararon por los numantinos y empujaban a la ciudad a que les socorriese; pero los ancianos avisaron a Escipión”. También otro episodio indica que los arévacos despreciaron a sus enemigos, y por ello “la multitud reunida en pública asamblea decidió la guerra contra los romanos” (Iber., 94).
En este caso de Lutia se puede observar la influencia política que tenía la Juventus, ya que ésta presionaba a la Asamblea de la ciudad para que socorriese a Numancia. En este contexto hay que entender tambié el hecho de que los cinco emisarios numantinos encargados de negociar con Escipión, con el jefe Avaros al frente, fueran muertos por la población, al aceptar una paz deshonrosa, como era la de entregarse sin armas. Por lo tanto, los textos romanos, aunque desde una perspectiva foránea y alejada en el tiempo, nos informan de la existencia en las ciudades celtibéricas de dos segmentos sociales, a veces, enfrentados por lo que conviene a la colectividad.
Estas referencias indican una organización compleja, donde se pone de manifiesto la existencia de una elite definida por su nobleza, valor y riqueza, que estaría representada en la Asamblea de Ancianos (seniores), que ostentaba mayor poder de decisión. Otra asamblea de tipo popular en la que participaba el pueblo en armas, que nombraba a los jefes militares y decidía sobre aquellos asuntos que afectaban a la colectividad. La composición de estas dos asambleas aluden a la existencia en las ciudades celtibéricas de grupos de edad, entre senioresy la iuventus; es decir, está reflejando una organización no parental de contenido social, con enfrentamientos frecuentes entre ambas, al entender, de manera diferente, lo que era mejor para la ciudad.
Magistrados, jefes militares, legados o heraldos
Se alude en Numancia a la existencia de magistrados con motivo del desastre sufrido por el ejercito romano de Mancino (137 a.C.) e iniciadas negociaciones de paz, el cuestor Tiberio Graco trata con los magistrados de la ciudad para que le fueran devueltas las tablillas de cálculos y cuentas de su gestión, que formaban parte del botín tomado por los numantinos.
El peso de lo militar en la sociedad celtibérica queda puesto de manifiesto en la importancia de la guerra para conseguir prestigio y riqueza, en la ética agonística vinculada a ésta y en los combates singulares, reflejados en la iconografía de las representaciones cerámicas. En este contexto, existen referencias sobre la presencia de líderes o jefes militares, elegidos por la asamblea, para hacer frente a determinadas situaciones o necesidades bélicas, reconocidos por su valor, capacidad militar e, incluso, cierta vinculación religiosa. Es el caso del jefe Caros, “famoso por su valor”, elegido conjuntamente por los numantinos y segedenses para hacer la guerra contra el ejercito de Nobilior. A la muerte de Caros los arévacos congregados en Numancia escogen a Ambon y Leucon. Después será el jefe Litennon quien pacte la paz con Marcelo, posteriormente se citará a Megara y ya, en época del cerco de Escipión, a Retogenes, de sobrenombre Caraunios “el más esforzado de los numantinos”.
En diferentes ocasiones se menciona la figura de legados o heraldos enviados para negociar la paz. Un heraldo cubierto con piel de lobo en señal de paz es enviado, en los episodios narrados del año 152 a.C., por los nertobrigenses a Marcelo, quien exigió que el acuerdo fuera firmado por todos los celtíberos, por lo que las ciudades de belos, titos y arevacos envían legados a Roma para estas negociaciones.
Jerarquización social
En ocasiones los textos mencionan sirvientes o “esclavos”, que se han relacionado con prisioneros de guerra. No obstante, conocemos la existencia de población al servicio de ciudadanos destacados, a través del episodio que describe Apiano sobre la audacia de Retógenes, que consigue cruzar el cerco de Escipión, acompañado por cinco clientes y cinco “criados”, para ir a pedir ayuda a las ciudades arévacas. La relación clientelar, asimétrica, entre individuos de alto rango y los grupos de menor nivel social, está bien documentada en las referencias escritas sobre los celtíberos.
La existencia de jerarquización en la organización de Numancia y las ciudades celtibéricas se puede deducir sobre otro pasaje referido también a Retógenes que sobresalía “entre todos los ciudadanos por su nobleza, riqueza y honores” e incendió “su barrio el más hermoso de la ciudad”.